A los directivos nos gusta vernos, y
                        que nos vean, como a unos hombres de acción, como a
                        unos activistas de la gestión. Parece que nos deleita
                        el estar abocados a una vida trepidante, jalonada de
                        decisiones difíciles y de soluciones a intrincados
                        problemas. Bueno, a menudo no es así. Pero en
                        cualquiera caso dedicamos poco, muy poco tiempo, menos
                        del 5 %, a identificar y aprovechar aquellas oportunidades.
                        Esto dice muy poco de nuestra calidad directiva y así
                        nos va en muchas ocasiones.
                        Me gustaría reflexionar un poco
                        sobre el plan estratégico. Antes debemos
                        estar de acuerdo en lo que encierra este concepto. De
                        entrada le diré que existen tantas definiciones de
                        estrategia como gurús dedicados a ella. Pero vamos a
                        aventurarnos. Para mí un plan estratégico es un
                        conjunto de actuaciones que la empresa
                        debe poner en marcha y que le permitirán obtener unos
                        resultados económicos espectaculares con respecto a la
                        situación actual.
                        Estas actuaciones
                        estarán basadas en desarrollar aquellos puntos en los
                        que se está mejor situada que su competencia, así como
                        en corregir todas aquellas debilidades que la hacen
                        frágil ante sus competidores. También recurrirá a
                        identificar las posibilidades de incrementar los
                        negocios con los clientes, de entrar en nuevos mercados,
                        de trabajar con nuevos productos, de encontrar
                        proveedores que le ayuden a ser más diferencial en
                        costes y en prestaciones, y de hallar alianzas que le
                        permitan ser más competitiva o iniciar nuevos negocios.
                        La elaboración de este plan se lleva
                        a cabo por todas aquellas personas que tienen
                        conocimientos del negocio, buenas ideas y ganas de
                        aportarlas y de desarrollarlas.
                        No podemos olvidar algo fundamental,
                        idear o elaborar los planes es un tema duro. Pero
                        llevarlos a la práctica, conviviendo con los problemas
                        de cada día, puede llegar a ser algo durísimo. Por eso
                        la capacidad para llevar a término el plan estratégico
                        es más importante que su calidad. Los entendidos dicen
                        que sólo el 10 % de los planes estratégicos bien
                        elaborados han obtenido éxito. El problema, por tanto,
                        no es un plan defectuoso si no una mala o nula
                        aplicación.
                        La elaboración y la ejecución del
                        plan estratégico, aparte de ser un trabajo apasionante,
                        es lo único que puede garantizar unos buenos resultados
                        en el futuro a cualquier compañía.
                        Una buena planificación estratégica
                        produce éxitos manifiestos. Esto es un hecho que he
                        podido constatar en las diversas empresas en las que he
                        actuado como consultor de este tipo de aplicaciones.
                        El primer grupo de éxitos está en
                        algo muy importante: los resultados financieros. Es muy
                        frecuente lograr:
                        
                          - El crecimiento de la cifra de negocios por encima,
                            incluso, de los objetivos planificados.
 
                          - La espectacular mejora de los beneficios.
 
                        
                        Otros éxitos se centran en las
                        difíciles relaciones con los clientes. Veamos lo que se
                        suele conseguir:
                        
                          - Estar más cerca del cliente, escucharle mejor y
                            aprovechar sus enseñanzas.
 
                          - Anticiparse a las necesidades de los clientes y
                            sorprender a la competencia.
 
                          - Entrar, con buen pie, en mercados difíciles, que
                            se "resistían".
 
                          - Lograr alianzas con competidores o con los
                            "fuertes" del sector.
 
                          - Conseguir relaciones con los proveedores más
                            directas y beneficiosas.
 
                        
                        El plan estratégico también
                        comporta éxitos manifiestos en el desarrollo
                        profesional de las personas. Veamos algunos logros.
                        
                          - El mejor curso de management práctico que han
                            recibido los directivos que formulaban el plan.
 
                          - El profundo conocimiento de la empresa y de sus
                            negocios, por parte de todos los componentes.
 
                          - La puesta en común de los valores y el compromiso
                            de predicarlos con el ejemplo.
 
                          - La creación de una atmósfera de ayuda
                            recíproca, de ilusión, colaboración y orgullo de
                            pertenencia a una empresa con éxito reconocido.
 
                          - Saber pensar con mentalidad estratégica.
                            Identificar en los trabajos del día a día la
                            repercusión en el plan estratégico.
 
                        
                        El último grupo de éxitos del plan,
                        y no por ello el menos importante, descansa en la forma
                        en la que están dirigidas las personas.
                        
                          - Bajar el plan estratégico hasta el último
                            escalón del organigrama. Instaurar la dirección
                            por objetivos coordinados con los estratégicos.
 
                        
                        Servir de guía en la actuación de las personas,
                        qué cosas deben llevar a cabo y cuáles no. Saber
                        priorizar y enfocar las actividades.
                        José Manuel Pérez Soto
                        Socio Director del Grupo ODE